Galería de Rafael Pombo

...

poema 9

La belleza en la mujer no es cuestión del Padre Astete, y en que el tal molde la mete muy bobos nos quiere hacer. Tal vez querrá colocar, dos o tres hijas tarascas, o de amorosas borrascas a un hijo alegrón salvar. Mas yo entiendo la cuestión como estrictamente estética, y no ha de tachar de herética ni un Santo mi solución: Que la norma en la belleza es variable y contingente, porque cada cual la siente según su naturaleza. La insípida el tonto adora, el sabio la intelectual, y cada hombre su ideal halla en donde se enamora. Yo, por hoy libre y vacante, diera el voto a una morena, forma esbelta pero llena, con faz correcta y picante. Ingenua expresión de niña con ojos de horno que quemen, y labios de esos que tremen como provocando a riña. Belleza meridional de alma y línea decidida: no esa inerte y desabrida de corderito pascual. Acaramelada tez más bien que batido blanco. tipo ardiente, activo y franco no de angélica insulsez. Candor de cielo en el rostro con un infierno inconsciente, algo que encante y que tiente, querub con visos de monstruo. De monstruo que me devore y que a la vez me arrebate, que adorándome me mate e insultándome me adore. Quiero una beldad dramática no una sílfide de idilio, una Dido de Virgilio mas que una Ofelia linfática. No una lánguida pasiva, igual, pintada hermosura, sino agridulce en ternura y gratamente agresiva. Y sin jugar del vocablo, diré que mi musa, en fin, ha de ser una serafín salpicadito de diablo. Abril: 1892

No hay comentarios:

Publicar un comentario