Galería de Rafael Pombo

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poema 10

¡Gran noche!… ¡Tanta majestad me aterra tanta sublimidad me cusa espanto! Dios cobija el misterio de la tierra con el misterio augusto de su manto. Al son de aquella mística armonía la inmensa tierra extático contemplo como un cadáver, lívida, sombría, bajo la santa bóveda del templo. Esta sublime paz que me estremece este silencio asombrador, profundo, mas bien que una hora mundanal, parece la víspera imponente de otro mundo. Como una tregua entre la culpa inerme y el rayo que se apronta a fulminarla, cuando la pobre humanidad se duerme Dios desciende en secreto a visitarla.

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